DECLARACIÓN DEL
MILENIO
I. Valores y principios
1. Nosotros, Jefes de Estado y de Gobierno, nos hemos
reunido en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York del 6 al 8 de septiembre
de 2000, en los albores de un nuevo milenio, para reafirmar nuestra fe en la
Organización y su Carta como cimientos indispensables de un mundo más pacífico,
más próspero y más justo.
2. Reconocemos que, además de las
responsabilidades que todos tenemos respecto de nuestras sociedades, nos incumbe
la responsabilidad colectiva de respetar y defender los principios de la
dignidad humana, la igualdad y la equidad en el plano mundial. En nuestra
calidad de dirigentes, tenemos, pues, un deber que cumplir respecto de todos los
habitantes del planeta, en especial los más vulnerables y, en particular, los
niños del mundo, a los que pertenece el futuro.
3. Reafirmamos nuestra
adhesión a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, que
han demostrado ser intemporales y universales. A decir verdad, su pertinencia y
su capacidad como fuente de inspiración han ido en aumento conforme se han
multiplicado los vínculos y se ha consolidado la interdependencia entre las
naciones y los pueblos.
4. Estamos decididos a establecer una paz justa y
duradera en todo el mundo, de conformidad con los propósitos y principios de
la Carta.
Reafirmamos nuestra determinación de apoyar todos los esfuerzos
encaminados a hacer respetar la igualdad soberana de todos los Estados, el
respeto de su integridad territorial e independencia política; la solución de
los conflictos por medios pacíficos y en consonancia con los principios de la
justicia y del derecho internacional; el derecho de libre determinación de los
pueblos que siguen sometidos a la dominación colonial y la ocupación extranjera;
la no injerencia en los asuntos internos de los Estados; el respeto de los
derechos humanos y las libertades fundamentales; el respeto de la igualdad de
derechos de todos, sin distinciones por motivo de raza, sexo, idioma o religión,
y la cooperación internacional para resolver los problemas internacionales de
carácter económico, social, cultural o humanitario.
5. Creemos que la
tarea fundamental a que nos enfrentamos hoy es conseguir que la mundialización
se convierta en una fuerza positiva para todos los habitantes del mundo, ya que,
si bien ofrece grandes posibilidades, en la actualidad sus beneficios se
distribuyen de forma muy desigual al igual que sus costos. Reconocemos que los
países en desarrollo y los países con economías en transición tienen
dificultades especiales para hacer frente a este problema fundamental. Por eso,
consideramos que solo desplegando esfuerzos amplios y sostenidos para crear un
futuro común, basado en nuestra común humanidad en toda su diversidad, se podrá
lograr que la mundialización sea plenamente incluyente y equitativa. Esos
esfuerzos deberán incluir la adopción de políticas y medidas, a nivel mundial,
que correspondan a las necesidades de los países en desarrollo y de las
economías en transición y que se formulen y apliquen con la participación
efectiva de esos países y esas economías.
6. Consideramos
que determinados valores fundamentales son esenciales para las relaciones
internacionales en el siglo XXI:
•
La libertad.
Los hombres y las mujeres tienen derecho a vivir su vida y a
criar a sus hijos con dignidad y libres del hambre y del temor a la violencia,
la opresión o la
injusticia. La mejor forma de garantizar esos derechos es
contar con gobiernos democráticos y participativos basados en la voluntad
popular.
• La
igualdad. No debe negarse a ninguna persona ni a ninguna nación
la posibilidad de beneficiarse del desarrollo. Debe garantizarse la igualdad de
derechos y oportunidades de hombres y mujeres.
• La solidaridad. Los
problemas mundiales deben abordarse de manera tal que los costos y las cargas se
distribuyan con justicia, conforme a los principios fundamentales de la equidad
y la justicia social. Los que sufren, o los que menos se benefician, merecen la
ayuda de los más beneficiados.
• La tolerancia. Los seres humanos
se deben respetar mutuamente, en toda su diversidad de creencias, culturas e
idiomas. No se deben temer ni reprimir las diferencias dentro de las sociedades
ni entre éstas; antes bien, deben apreciarse como preciados bienes de
la humanidad.
Se debe promover activamente una cultura de paz y diálogo entre
todas las civilizaciones.
• El respeto de la naturaleza. Es necesario
actuar con prudencia en la gestión y ordenación de todas las especies vivas y
todos los recursos naturales, conforme a los preceptos del desarrollo
sostenible. Sólo así podremos conservar y transmitir a nuestros descendientes
las inconmensurables riquezas que nos brinda la naturaleza. Es preciso
modificar las actuales pautas insostenibles de producción y consumo en interés
de nuestro bienestar futuro y en el de nuestros descendientes.
•
Responsabilidad común. La responsabilidad de la gestión del desarrollo económico
y social en el mundo, lo mismo que en lo que hace a las amenazas que pesan sobre
la paz y la seguridad internacionales, debe ser compartida por las naciones del
mundo y ejercerse multilateralmente. Por ser la organización más universal y más
representativa de todo el mundo, las Naciones Unidas deben desempeñar un papel
central a ese respecto.
7. Para plasmar
en acciones estos valores comunes, hemos formulado una serie de objetivos clave
a los que atribuimos especial importancia.
II. La paz, la seguridad y el
desarme
8. No
escatimaremos esfuerzos para liberar a nuestros pueblos del flagelo de la guerra
—ya sea dentro de los Estados o entre éstos—, que, en el último decenio, ha
cobrado más de cinco millones de vidas. También procuraremos eliminar los
peligros que suponen las armas de destrucción en masa.
9. Por todo lo
anterior, decidimos:
• Consolidar el respeto del imperio de la ley en los
asuntos internacionales y nacionales y, en particular, velar por que los Estados
Miembros cumplan las decisiones de la Corte Internacional de
Justicia, con arreglo a la Carta de las Naciones Unidas, en los litigios en que
sean partes.
• Aumentar la eficacia de las Naciones Unidas en el
mantenimiento de la paz y de la seguridad, dotando a la Organización de los
recursos y los instrumentos que necesitan en sus tareas de prevención de
conflictos, resolución pacífica de controversias, mantenimiento de la paz,
consolidación de la paz y reconstrucción después de los conflictos. En este
sentido, tomamos nota del informe del Grupo sobre las Operaciones de Paz de las
Naciones Unidas1, y pedimos a la Asamblea General que examine
cuanto antes sus recomendaciones.
• Fortalecer la cooperación entre las
Naciones Unidas y las organizaciones regionales, de conformidad con las
disposiciones del Capítulo VIII de la Carta.
• Velar por que
los Estados Partes apliquen los tratados sobre cuestiones tales como el control
de armamentos y el desarme, el derecho internacional humanitario y el relativo a
los derechos humanos, y pedir a todos los Estados que consideren la posibilidad
de suscribir y ratificar el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional.
• Adoptar medidas concertadas contra el terrorismo
internacional y adherirnos cuanto antes a todas las convenciones internacionales
pertinentes.
• Redoblar nuestros esfuerzos para poner en práctica nuestro
compromiso de luchar contra el problema mundial de la droga.
•
Intensificar nuestra lucha contra la delincuencia transnacional
en todas sus dimensiones, incluidos la trata y el contrabando de seres humanos y
el blanqueo de dinero.
• Reducir al mínimo las consecuencias negativas
que las sanciones económicas impuestas por las Naciones Unidas pueden tener en
las poblaciones inocentes, someter los regímenes de sanciones a exámenes
periódicos y eliminar las consecuencias adversas de las sanciones sobre
terceros.
• Esforzarnos por eliminar las armas de destrucción en masa, en
particular las armas nucleares, y mantener abiertas todas las opciones para
alcanzar esa meta, incluida la posibilidad de convocar una conferencia
internacional para determinar formas adecuadas de eliminar los peligros
nucleares.
• Adoptar medidas concertadas para poner fin al tráfico
ilícito de armas pequeñas y armas ligeras, en particular dando mayor
transparencia a las transferencias de armas y respaldando medidas de desarme
regional, teniendo en cuenta todas las recomendaciones de la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre Comercio Ilícito de Armas Pequeñas y Ligeras.
•
Pedir a todos los Estados que consideren la posibilidad de adherirse a la
Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y
transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción, así como al
Protocolo enmendado relativo a las minas de la Convención sobre armas
convencionales.
10. Instamos a los Estados Miembros a que observen
la Tregua
Olímpica, individual y colectivamente, ahora y en el futuro, y
a que respalden al Comité Olímpico Internacional en su labor de promover la paz
y el entendimiento humano mediante el deporte y el ideal
olímpico.
III. El desarrollo y la erradicación de la
pobreza
11. No escatimaremos esfuerzos para liberar a nuestros
semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y
deshumanizadoras de la pobreza extrema, a la que en la actualidad están
sometidos más de 1.000 millones de seres humanos. Estamos empeñados en hacer
realidad para todos ellos el derecho al desarrollo y a poner a toda la especie
humana al abrigo de la necesidad.
12. Resolvemos, en consecuencia, crear en los planos
nacional y mundial un entorno propicio al desarrollo y a la eliminación de la
pobreza.
13. El logro de esos objetivos depende, entre otras
cosas, de la buena gestión de los asuntos públicos en cada país. Depende también
de la buena gestión de los asuntos públicos en el plano internacional y de la
transparencia de los sistemas financieros, monetarios y comerciales. Propugnamos
un sistema comercial y financiero multilateral abierto, equitativo, basado en
normas, previsible y no discriminatorio.
14. Nos preocupan los obstáculos a que se enfrentan los
países en desarrollo para movilizar los recursos necesarios para financiar su
desarrollo sostenible. Haremos, por consiguiente, todo cuanto esté a nuestro
alcance para que tenga éxito la Reunión intergubernamental de alto nivel sobre
la financiación del desarrollo que se celebrará en 2001.
15. Decidimos,
asimismo, atender las necesidades especiales de los países menos adelantados. En
este contexto, nos felicitamos de la convocación de la Tercera Conferencia de
las Naciones Unidas sobre los Países Menos Adelantados, que se celebrará en mayo
de 2001, y donde haremos todo lo posible por lograr resultados positivos.
Pedimos a los países industrializados:
• que adopten, preferiblemente antes de que se celebre
esa Conferencia, una política de acceso libre de derechos y cupos respecto de
virtualmente todas las exportaciones de los países menos adelantados;
•
que apliquen sin más demora el programa mejorado de alivio de la deuda de los
países pobres muy endeudados y que convengan en cancelar todas las deudas
bilaterales oficiales de esos países a cambio de que éstos demuestren su firme
determinación de reducir la pobreza; y
• que concedan una asistencia para
el desarrollo más generosa, especialmente a los países que se están esforzando
genuinamente por destinar sus recursos a reducir la
pobreza.
16. Estamos
decididos, asimismo, a abordar de manera global y eficaz los problemas de la
deuda de los países de ingresos bajos y medios adoptando diversas medidas en los
planos nacional e internacional para que su deuda sea sostenible a largo
plazo.
17. Resolvemos asimismo atender las necesidades especiales de los
pequeños Estados insulares en desarrollo poniendo en práctica rápida y
cabalmente el Programa de Acción de Barbados y las conclusiones a que llegó
la Asamblea
General en su vigésimo segundo período extraordinario de
sesiones. Instamos a la comunidad internacional a que vele por que, cuando se
prepare un índice de vulnerabilidad, se tengan en cuenta las necesidades
especiales de los pequeños Estados insulares en desarrollo.
18.
Reconocemos las necesidades y los problemas especiales de los países en
desarrollo sin litoral, por lo que pedimos encarecidamente a los donantes
bilaterales y multilaterales que aumenten su asistencia financiera y técnica a
ese grupo de países para satisfacer sus necesidades especiales de desarrollo y
ayudarlos a superar los obstáculos de su geografía, mejorando sus sistemas de
transporte en tránsito.
19. Decidimos,
asimismo:
• Reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de
habitantes del planeta cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día y el de
las personas que padezcan hambre; igualmente, para esa misma fecha, reducir a la
mitad el porcentaje de personas que carezcan de acceso a agua potable o que no
puedan costearlo.
• Velar por que, para ese mismo año, los niños y niñas
de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria y por
que tanto las niñas como los niños tengan igual acceso a todos los niveles de
la enseñanza.
• Haber
reducido, para ese mismo año, la mortalidad materna en tres cuartas partes y la
mortalidad de los niños menores de 5 años en dos terceras partes respecto de sus
tasas actuales.
• Para entonces, haber detenido y comenzado a reducir la
propagación del VIH/SIDA, el flagelo del paludismo y otras enfermedades graves
que afligen a la humanidad.
•
Prestar especial asistencia a los niños huérfanos por causa del
VIH/SIDA.
• Para el año 2020, haber mejorado considerablemente la vida de
por lo menos 100 millones de habitantes de tugurios, como se propone en la
iniciativa “Ciudades sin barrios de tugurios”.
20. Decidimos
también:
• Promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de
la mujer como medios eficaces de combatir la pobreza, el hambre y las
enfermedades y de estimular un desarrollo verdaderamente sostenible.
•
Elaborar y aplicar estrategias que proporcionen a los jóvenes de todo el mundo
la posibilidad real de encontrar un trabajo digno y productivo.
• Alentar
a la industria farmacéutica a que aumente la disponibilidad de los medicamentos
esenciales y los ponga al alcance de todas las personas de los países en
desarrollo que los necesiten.
• Establecer sólidas formas de colaboración
con el sector privado y con las organizaciones de la sociedad civil en pro del
desarrollo y de la erradicación de la pobreza.
• Velar por
que todos puedan aprovechar los beneficios de las nuevas tecnologías, en
particular de las tecnologías de la información y de las comunicaciones,
conforme a las recomendaciones formuladas en la Declaración
Ministerial 2000 del Consejo Económico y
Social.
IV. Protección de nuestro entorno
común
21. No debemos
escatimar esfuerzos por liberar a toda la humanidad, y ante todo a nuestros
hijos y nietos, de la amenaza de vivir en un planeta irremediablemente dañado
por las actividades del hombre, y cuyos recursos ya no alcancen para satisfacer
sus necesidades.
22. Reafirmamos
nuestro apoyo a los principios del desarrollo sostenible, incluidos los
enunciados en el Programa 217, convenidos en la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.
23. Decidimos,
por consiguiente, adoptar una nueva ética de conservación y resguardo en todas
nuestras actividades relacionadas con el medio ambiente y, como primer paso en
ese sentido, convenimos en lo siguiente:
• Hacer todo lo posible por que el Protocolo de Kyoto
entre en vigor, de ser posible antes del décimo aniversario de la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en el año 2002, e
iniciar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
•
Intensificar nuestros esfuerzos colectivos en pro de la ordenación, la
conservación y el desarrollo sostenible de los bosques de todo tipo.
•
Insistir en que se apliquen cabalmente el Convenio sobre la Diversidad
Biológica y la Convención de las Naciones Unidas de lucha
contra la desertificación en los países afectados por sequía grave o
desertificación, en particular en África.
• Poner fin a la explotación
insostenible de los recursos hídricos formulando estrategias de ordenación de
esos recursos en los planos regional, nacional y local, que promuevan un acceso
equitativo y un abastecimiento adecuado.
• Intensificar la cooperación
con miras a reducir el número y los efectos de los desastres naturales y de los
desastres provocados por el hombre.
• Garantizar el libre acceso a la
información sobre la secuencia del genoma humano.
V. Derechos humanos, democracia y buen
gobierno
24. No
escatimaremos esfuerzo alguno por promover la democracia y fortalecer el imperio
del derecho y el respeto de todos los derechos humanos y las libertades
fundamentales internacionalmente reconocidos, incluido el derecho al
desarrollo.
25. Decidimos,
por tanto:
• Respetar y hacer valer plenamente la Declaración
Universal de Derechos Humanos.
• Esforzarnos por lograr
la plena protección y promoción de los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales de todas las personas en todos nuestros países.
•
Aumentar en todos nuestros países la capacidad de aplicar los principios y las
prácticas de la democracia y del respeto de los derechos humanos, incluidos los
derechos de las minorías.
• Luchar contra todas las formas de violencia
contra la mujer y aplicar la Convención sobre la eliminación de todas las formas
de discriminación contra la mujer.
•
Adoptar medidas para garantizar el respeto y la protección de
los derechos humanos de los migrantes, los trabajadores migratorios y sus
familias, eliminar los actos de racismo y xenofobia cada vez más frecuentes en
muchas sociedades y promover una mayor armonía y tolerancia en todas las
sociedades.
• Trabajar aunadamente para lograr procesos políticos más
igualitarios, en que puedan participar realmente todos los ciudadanos de
nuestros países.
• Garantizar la libertad de los medios de difusión para
cumplir su indispensable función y el derecho del público a la
información.
VI. Protección de las personas
vulnerables
26. No
escatimaremos esfuerzos para lograr que los niños y todas las poblaciones
civiles que sufren de manera desproporcionada las consecuencias de los desastres
naturales, el genocidio, los conflictos armados y otras situaciones de
emergencia humanitaria reciban toda la asistencia y la protección que necesiten
para reanudar cuanto antes una vida normal.
Decidimos, por
consiguiente:
• Ampliar y reforzar la protección de los civiles en
situaciones de emergencia complejas, de conformidad con el derecho internacional
humanitario.
• Fortalecer la cooperación internacional, incluso
compartiendo la carga que recae en los países que reciben refugiados y
coordinando la asistencia humanitaria prestada a esos países; y ayudar a todos
los refugiados y personas desplazadas a regresar voluntariamente a sus hogares
en condiciones de seguridad y dignidad, y a reintegrarse sin tropiezos en sus
respectivas sociedades.
• Alentar la ratificación y la plena aplicación
de la Convención sobre los Derechos del Niño12 y sus protocolos facultativos
relativos a la participación de niños en los conflictos armados y a la venta de
niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la
pornografía.
VII. Atención a las necesidades especiales de
África
27. Apoyaremos
la consolidación de la democracia en África y ayudaremos a los africanos en su
lucha por conseguir una paz duradera, erradicar la pobreza y lograr el
desarrollo sostenible, para que de esa forma África pueda integrarse en la
economía mundial.
28. Decidimos, por tanto:
• Apoyar plenamente las estructuras políticas e
institucionales de las nuevas democracias de África.
• Fomentar y
mantener mecanismos regionales y subregionales de prevención de conflictos y
promoción de la estabilidad política, y velar por que las operaciones de
mantenimiento de la paz en ese continente reciban una corriente segura de
recursos.
• Adoptar medidas especiales para abordar los retos de
erradicar la pobreza y lograr el desarrollo sostenible en África, tales como
cancelar la deuda, mejorar el acceso a los mercados, aumentar la asistencia
oficial para el desarrollo e incrementar las corrientes de inversión extranjera
directa y de transferencia de tecnología.
• Ayudar a África a aumentar su
capacidad para hacer frente a la propagación de la pandemia del VIH/SIDA y otras
enfermedades infecciosas.
VIII. Fortalecimiento de las Naciones
Unidas
29. No
escatimaremos esfuerzos por hacer de las Naciones Unidas un instrumento más
eficaz en el logro de todas las prioridades que figuran a continuación: la lucha
por el desarrollo de todos los pueblos del mundo; la lucha contra la pobreza, la
ignorancia y las enfermedades; la lucha contra la injusticia; la lucha contra la
violencia, el terror y el delito; y la lucha contra la degradación y la
destrucción de nuestro planeta.
30. Decidimos, por
consiguiente:
• Reafirmar el papel central que recae en la Asamblea General
en su calidad de principal órgano de deliberación, adopción de políticas y
representación de las Naciones Unidas, y capacitarla para que pueda desempeñar
ese papel con eficacia.
• Redoblar nuestros esfuerzos por reformar
ampliamente el Consejo de Seguridad en todos sus aspectos.
• Fortalecer
más el Consejo Económico y Social, sobre la base de sus recientes logros, de
manera que pueda desempeñar el papel que se le asigna en la Carta.
•
Fortalecer la Corte Internacional de Justicia a fin de que
prevalezcan la justicia y el imperio del derecho en los asuntos
internacionales.
• Fomentar la coordinación y las consultas periódicas
entre los órganos principales de las Naciones Unidas en el desempeño de sus
funciones.
• Velar por que la Organización cuente, de forma oportuna y
previsible, con los recursos que necesita para cumplir sus mandatos.
•
Instar a la Secretaría a que, de conformidad con normas y procedimientos claros
acordados por la
Asamblea General, aproveche al máximo esos recursos en interés
de todos los Estados Miembros, aplicando las mejores prácticas y tecnologías de
gestión disponibles y prestando una atención especial a las tareas que reflejan
las prioridades convenidas de los Estados Miembros.
• Promover la
adhesión a la Convención sobre la Seguridad del Personal de las Naciones Unidas
y el Personal Asociado.
• Velar por que exista una mayor coherencia y una
mejor cooperación en materia normativa entre las Naciones Unidas, sus
organismos, las instituciones de Bretton Woods y la Organización Mundial del
Comercio, así como otros órganos multilaterales, con miras a lograr criterios
perfectamente coordinados en lo relativo a los problemas de la paz y el
desarrollo.
• Seguir fortaleciendo la cooperación entre las Naciones
Unidas y los parlamentos nacionales por intermedio de su organización mundial,
la Unión Interparlamentaria, en diversos ámbitos, a saber: la paz y seguridad,
el desarrollo económico y social, el derecho internacional y los derechos
humanos, la democracia y las cuestiones de género.
• Ofrecer al sector
privado, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil en general
más oportunidades de contribuir al logro de las metas y los programas de la
Organización.
31. Pedimos a
la Asamblea
General que examine periódicamente los progresos alcanzados en
la aplicación de lo dispuesto en la presente Declaración, y
al Secretario General que publique informes periódicos para que sean examinados
por la Asamblea y sirvan de base para la adopción de medidas
ulteriores.
32. Reafirmamos solemnemente, en este momento histórico,
que las Naciones Unidas son el hogar común e indispensable de toda la familia
humana, mediante el cual trataremos de hacer realidad nuestras aspiraciones
universales de paz, cooperación y desarrollo. Por consiguiente, declaramos
nuestro apoyo ilimitado a estos objetivos comunes y nuestra decisión de
alcanzarlos.
8a. sesión
plenaria
8 de septiembre de
2000